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La tecnología que va a revolucionar la educación

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La tecnología que va a revolucionar la educación: Inteligencia artificial en el aula

ChatGPT, un modelo de lenguaje capaz de producir texto de forma autónoma, que podría ser utilizado para tareas de generación de texto, traducción automática, resúmenes, y más. En otras palabras, es una herramienta de inteligencia artificial que se utiliza para generar respuestas a preguntas y realizar otras tareas naturales del lenguaje. Desarrollado por OpenAI, una empresa de investigación en inteligencia artificial con sede en San Francisco, California. Fue fundada en 2015 por Elon Musk, Sam Altman, Greg Brockman, Ilya Sutskever, Wojciech Zaremba, John Schulman. OpenAI tiene como objetivo desarrollar tecnologías de IA de vanguardia y hacerlas accesibles al público en general. ChatGPT llegó al millón de usuarios en cinco días.

Una tecnología capaz de producir un texto con la figura y la apariencia de haber sido escrito por un humano es una revolución. Y para el sistema educativo es la interrogante. En las últimas semanas, se han dado grandes debates en torno a ChatGTP. Melina Masnatta, experta en Tecnología Educativa dice: “La educación siempre se quedó atrás ante las tecnologías discriptivas y eso nunca es positivo”,  Y sigue: “Hoy tenemos la oportunidad de replantear cómo se desarrolla la información. Después de un primer acercamiento a la inteligencia artificial que puede despertar fascinación, hay que poner en juego el pensamiento crítico y analizar si el contenido es el mejor, si es el más actualizado; y también hay que preguntarse quién produjo esta inteligencia artificial, para qué, con qué sentido, qué pasa con la versión paga, etc. No para estar en contra, si no para promover un mejor uso de la tecnología

El educador mexicano Fernando Valenzuela, da su versión: “Por lo tanto, que esté disponible no significa que sea verídico o confiable”, y continúa, “y eso nos obliga a repensar el concepto de autoridad y a basar nuestra educación en un modelo de curación, lo que significa contextualizar, editar, recomponer, verificar”. El Educador compara a la inteligencia artificial con un copiloto que nos acompaña en la creación y en la resolución de tareas repetitivas. Dice “Nos obliga a pensar otro tipo de evaluaciones donde haya más dimensiones que simplemente sabe/no sabe”, y continúa: “probablemente necesitemos un incremento en la oralidad y en hacer que las evaluaciones se centren en la capacidad de expresar las ideas antes que en requerir ensayos y trabajos escritos. Ese copiloto nos va a permitir tener mejores intervenciones docentes y mejores tutorías: nos obliga a que la educación llegue a los límites, a donde solo llegan los humanos”.

Masnatta continúa: “Acá también entra el gran debate del aprendizaje memorístico”. “El uso de la memoria no es negativo; de hecho, sabemos que es necesaria para construir y consolidar aprendizajes. Pero el uso de esta habilidad requiere que sea criterioso”. “Al mundo de la educación”, dice Masnatta, “le sirve pensar dónde las personas podemos aportar valor. Eso que básicamente tiene que ver con crear preguntas profundas, generativas, filosóficas, éticas, de las cuales la inteligencia artificial se pivotea y se enriquece”.

Para Julián Varas, profesor asociado de la Universidad Católica de Chile: “Las generaciones anteriores se formaron con la memorización de textos, procedimiento, fármacos, tratamientos, etc., mientras que la nuestra ya tuvo un tremendo cambio con Google: la competencia que uno desarrolla es cómo filtrar y discriminar la información para aplicarla a sus pacientes”.

“Las intervenciones de los docentes van a llegar a la parte más personalizada, a las emociones, las capacidades”, dice Valenzuela, “y con las evaluaciones se buscará asegurar que los estudiantes realmente sean capaces de integrar y procesar el contenido”.

 Luisina Ferrante, doctora en Educación y Sociedad y coordinadora del Programa de Educación y Derechos Humanos de Wikimedia reconoce que la inteligencia artificial va a tener un impacto educativo, pero requiere de instancias previas como el acompañamiento, formación y seguimiento de los docentes que están frente al aula para reducir las brechas tecnológicas. “ChatGPT todavía tiene errores”, dice Varas, “aunque cada vez falla menos. Y las autoridades probablemente regulen los límites éticos para evitar, por ejemplo, las fake news. Estamos ante un formato de aprendizaje increíble que nos puede hacer la vida mucho más eficiente. El mundo es muy promisorio”.

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