Violencia rebelde continúa en Colombia a pesar de esfuerzos de paz.
El 29 de marzo, un atentado con explosivos perpetrado en la región del Catatumbo, Norte de Santander, cobró la vida de nueve soldados y dejó a otros nueve heridos. El gobierno colombiano atribuyó el ataque al Ejército de Liberación Nacional (ELN), el cual es conocido por financiarse mediante el tráfico de drogas y la minería ilegal de minerales. Este suceso representa el ataque más mortífero desde que el presidente Gustavo Petro inició las conversaciones de paz con el ELN. A pesar de los esfuerzos del gobierno para negociar la paz, los rebeldes armados no parecen estar dispuestos a detenerse, lo que ha llevado a la suspensión de las negociaciones de alto el fuego.
El ELN, fundado en 1964, es el último grupo rebelde activo en Colombia después de que otros fueran desapareciendo en el esfuerzo del gobierno por mantener el orden público tras la feroz guerra civil que asoló el país durante medio siglo. El presidente Petro, quien en el pasado participó activamente en los rebeldes ‘M-19’, ha hecho de las negociaciones responsables con el ELN una prioridad máxima para su gobierno.
El ataque ha suscitado críticas y la preocupación de que la violencia continúe afectando a la población civil. Petro lamentó que “nuestros militares han sido sacrificados por los que están lejos de la paz”, y pidió un enfoque serio en el proceso de paz, así como una actitud responsable hacia el pueblo colombiano. La región del Catatumbo ha sido una zona particularmente conflictiva y violenta en Colombia debido a la presencia de grupos armados y narcotráfico.
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